Esta semana tenemos un relato que nos interna en los más profundos anhelos del ser humano. Una historia de ciencia ficción que nos cuenta la mayor búsqueda del hombre a lo largo de los tiempos. La necesidad de conocer la respuesta a la pregunta…
Hay un punto lejano en el vacío espacio infinito. Un lugar que es muy difícil de alcanzar. Un sitio tan absolutamente remoto que la luz de las estrellas es una forastera que acaba de llegar y el único polvo interestelar que allí se encuentra, está allí porque nunca estuvo en otra parte. En un lugar como ese no cabría esperar encontrar nada, sin embargo los que hasta allí se dirigen esperan encontrar respuestas. Y allí hay alguien esperando, un ser, un ente, una fuerza, un algo, un Él, que espera desde el inicio del tiempo y el espacio con el único fin de dar respuesta a la pregunta. ¿Por qué?
Los científicos de la tierra se maravillaron de su propio ingenio al encontrar después de tantos y tantos años la forma de viajar más rápido que la luz. Y se enorgullecían de su osadía, pues era algo que siempre creyeron imposible. Poder surcar el universo cual fotón les dio la posibilidad de mirar a las estrellas como a un igual. Y así fue como el hombre consiguió aun más conocimientos y con ello aun más poder. Pero entre más sabia el hombre más aun quiso saber y a más poder que obtenía más poder quería controlar. Y durante mucho tiempo logró cumplir sus caprichos a voluntad, acumulando todo el saber que buscaba con la única inversión del tiempo necesario para descubrirlo. Así sin más pasaron los años y a ellos siguieron los siglos. El ser humano conoció todo sobre y bajo la tierra, y cuando lo supo todo quiso también saber por qué. Y descubrió así el origen del mundo, aunque sólo su propio origen se le escapaba, sabía que era cuestión de tiempo hallar una respuesta. Luego conoció cada planeta y entendió la formación del sol. Viajó al centro de las estrellas y descubrió de qué estaba hecha la energía. Viajó aun más lejos, pues la tierra ya era vieja y estaba agotada, colonizando con ello el universo y aprendiendo todo lo que necesitaba aprender. Estudió a todas y cada una de las especies que habitaban las galaxias y destruyó a cada una que le pareció una amenaza a su crecimiento. Y mientras avanzaba y avanzaba, cada respuesta solucionada lo llevaba inexorablemente a una nueva pregunta más difícil y profunda.
La pregunta primordial obsesionaba al hombre, el no encontrar repuesta lo enloquecía. Cada paso que había dado era en pos de conocer su propio origen; pero los milenios agotados tras de si, que habían bastado para responder tantas otras cuestiones, no habían sido bastantes para la pregunta más sencilla ¿Por qué? Y así fue como el siguiente descubrimiento del ser humano fue la propia vida. Y si podía crear vida, ¿Por qué no iba hacerlo? En enormes laboratorios fue capaz de generar universos que se expandían en horas en lugar de milenios. Vieron a través de monitores como crecía la vida y como desaparecía. Observaron evolucionar nuevas especies con la esperanza de que así pudieran entender el origen de todo. Pero no fue así, todo lo que crearon fue en vano y reiniciaron uno tras otro sus propios universos de bolsillo en busca de los diminutos seres que les ayudaran a entender su última pregunta. Nunca consiguieron nada.
Y llegó el día, después de tanto y tanto tiempo, en que el hombre descubrió un punto lejano en el vacío espacio infinito. Un lugar tan apartado que cualquier cosa que haya o bien acababa de llegar o estuvo allí desde siempre. Si nuca habían estudiado ese confín había sido porque no pensaron que pudiese existir algo en él. De ese remoto rincón procedía una leve señal que se trasmitía desde el origen del tiempo. Tardaron años en concluir que aquella señal era un pensamiento, pues era similar a las hondas de sus propias mentes, pero millones de veces más potente. Y tardaron décadas en entender que si una especie tan magnifica y avanzada como la suya no podía descubrir el origen de todo, es que ese origen no podía descubrirse. La conclusión lógica los llevo a plantear la existencia de un poder superior, que con sus acciones lo inició todo. La mente de Él les llamaba desde el confín del espacio. Para conocer la respuesta final debían viajar hasta Él y preguntársela.
Pasado el tiempo el hombre ideó la manera de viajar hasta Él, y en su busca partió. Durante el largo y arduo viaje el científico encargado de aquella fantástica misión pasaba el tiempo pensando en sus propias preguntas. ¿Por qué estamos aquí? ¿Cuál es nuestro propósito? ¿Quién nos ha creado? Sabía que al regresar a casa no habría más preguntas por resolver, el hombre podría vanagloriarse de sus propios logros y disfrutar al fin del poder adquirido con tanto esfuerzo. El científico mismo podía volver sabiendo que él y sólo él había conocido al ser que lo inició todo, por tanto sería el humano más sabio de cuantos existían.
Llegó al final del universo, donde la mente del Ser era más potente que en ningún lugar. El único sitio donde se podría trasmitir y así contactar con dondequiera que estuviese el Creador de todo. El hombre se detuvo a meditar, sintiéndose pequeño por primera vez en mucho tiempo. Y antes de poder emitir sus preguntas, pudo percibir una voz tan potente que acalló sus propios pensamientos.
¿POR QUÉ ESTÁS AQUÍ?
—Soy un hombre, he viajado desde muy lejos en busca de respuestas.
¿Y CUALES SON TUS PREGUNTAS?
—Mi pregunta es la primera pregunta que pudimos hacernos. Hemos buscado respuesta en cada rincón y cada vez que buscábamos encontrábamos conocimientos. Pero a la primera pregunta que nos hicimos nunca le hayamos respuesta.
LO HE VISTO.
—Así pues, puedes vernos, has sido consiente de nuestra existencia. Por tanto tenemos un objetivo.
SOY CONCIENTE DE VUESTRA EXISTENCIA. HE VISTO COMO CRECIAIS COMO ESPECIE. HE VISTO VUESTROS LOGROS Y VUESTROS AVANCES. HE VISTO COMO VIAJASTEIS CON LA LUZ Y COMO FUISTEIS CAPACES DE CREAR VIDA EN BUSCA DE VUESTRAS PROPIAS RESPUESTAS.
—Entonces, puedo hacerte la pregunta que traigo desde tan lejos.
PREGUNTA PUES.
—¿Por qué lo has creado todo? ¿Por qué nos has creado? ¿Cuál es el objetivo de la existencia?
QUE ESPECIE TAN ARROGANTE. ¿DE VERDAD CREEIS QUE ESTAIS PREPARADOS PARA CONOCER LA RESPUESTA?
—Somos una especie orgullosa de nuestros logros, y sí, estamos preparados.
Y OS DIRÉ PORQUE SE QUE SOIS ARROGANTES. OS CREEIS EL CENTRO DE TODO. SOIS TAN IMPORTANTES QUE PENSAIS QUE SI SOIS PARTE DE UNA CREACIÓN, EL CREADOR, OSEA YO, HA DE HABERLO CREADO TODO. Y POR TANTO NO EXISTE NADA MÁS.
—¿Eso que significa?
SIGNIFICA QUE YO OS HE CREADO, HE CREADO VUESTRO UNIVERSO; PERO NO LO HE CREADO TODO.
—¿Hay algo más?
ESA ES UNA PREGUNTA MÁS SENSATA E INFINITAMENTE MÁS HUMILDE.
—¿Y cual es la respuesta?
LA RESPUESTA ES QUE OS CREÉ, PUES YO MISMO ME HE HECHO LA MISMA PREGUNTA QUE VOSOTROS. LA RESPUESTA ES QUE TENÍA LA ESPERANZA DE QUE VOSOTROS PUDIESEIS RESOLVERLA. SI YO OS CREÉ A VOSOTROS ¿QUIÉN ME CREÓ A MÍ?
—¿Ese es el único objetivo? ¿Satisfacer tu curiosidad?
NO TENEIS OTRO. Y VOSOTROS SOIS IGUALES. YO AL MENOS ME PREGUNTO QUIEN CREO A MI CREADOR.
—Eso es ridículo. De pensar así todo Creador a su vez habría sido creado. Nos llevaría al infinito.
TODO HA DE TENER UN INICIO, AUNQUE SEA INFINITO.
—Así pues no hay respuestas. ¿Ni siquiera el Creador tiene respuestas?
ESTA VEZ NO.
—Si así es, me marcho.
MARCHAOS PUES.
Entonces el hombre regresó y dejó de sentirse grande. No existían respuestas, su Hacedor no le había dado un objetivo majestuoso, sólo existían sus preguntas, y estas eran las únicas preguntas que quedaban, pues ninguna otra faltaba por responder. El hombre se alejó y decidió nunca jamás viajar de nuevo hasta el Creador durante los años que le quedaban.
Él observó decepcionado como el hombre se marchaba. Una vez más su creación había fallado, una vez más habían llegado al final del universo sin respuestas para sus preguntas. De nuevo, como tantas veces antes, había llegado hasta Él una especie que se había adueñado de su creación como si fuese propia, y aun con todo el sufrimiento padecido durante el viaje, no habían llegado a ninguna conclusión. El Creador sabía lo que debía hacer. Debía comenzar desde el principio, con una especie mejor. Quizás les dejaría existir un poco más que a su último fallo.
Y allí permaneció, esperando como hacía desde el principio del tiempo y el espacio con el único fin de dar respuesta a la pregunta.
¿POR QUÉ?
Mi madre, no me esperaba ese final. Muy buen relato.
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