Diario de escritor 14
En esta ocasión pienso hablarte de otra de esas minas de las que un escritor puede sacar la inspiración. Bueno, si es que encuentro una idea con la que poder contártela.
Te juro que lo he intentado una y mil veces. Tengo dos horas frente al teclado, pero la pantalla sigue en blanco. Hoy es otro de esos o días. No surgen las ideas y no surgirán si no hacemos algo al respecto.
Vamos a dar una vuelta caminando (ya te expliqué este método hace tiempo).
Cuando salimos por la puerta una ráfaga de gélido aire invernal nos saluda con ánimos. Es tan invernal el viento que los huesos se convertirían es escarcha pura si no fuese una simple metáfora. Tienes suerte de estar leyendo esto desde casa, créeme.
Pero como somos gente persistente que no se rinde ante nada, una ventisca congela almas no nos va a detener. ¿Salir? ¿Estás loco? No pienso poner un pie allí afuera ni aunque me prometieran publicar un best seller. Alguna otra forma habrá de no rendirse que sea menos drástica.
Lo tengo. Usaremos mi método número dos para conseguir ideas. Nos vamos a dormir (preferiblemente cada uno por su lado, mi chica no lo entendería).
Escribir mientras duermes no es nada nuevo. La mayoría de escritores llevan un diario donde apuntan sus sueños para introducirlos en sus posibles historias.
Para conseguir sueños que de verdad valgan la pena se debe adoptar un estado mental idóneo. Cierro los ojos y trato de buscar una idea (todo hay que decir que funciona mejor si hay algo de sueño). No es recomendable que sean ideas muy concretas, entre más abstracto y general necesitas menos concentración y resulta más fácil quedarse dormido. Pienso en ideas simples, no tramas, no desarrollos, solo ideas básicas. Quizás algo que me haya pasado en el día. El sueño comienza a dominarme. Pienso en un intrépido personaje caminando por la cumbre de una montaña nevada. El sueño le está ganando a mis pensamientos. Frío extremo en blancas llanuras. Hielo, nieve…
Me duermo.
Un copo fino de nieve desciende a gran velocidad hasta quedar pegado entre los pelos de la barba de un hombre. Veo un plástico cubriendo sus ojos. Son gafas de nieve. En ellas se refleja una sombra cuadrada. A medida que el hombre va avanzando la sombra crece. Un gran monolito negro se alza frente a él. La pieza sólida tiene dibujada en su superficie el logotipo de las galletas oreo…
Sin despertar, me doy cuenta de que estoy soñando. En los sueños algunas cosas no tienen sentido y eso es normal (sobre todo si te duermes con hambre). Pero ahora que sé que estoy en un sueño, si me esfuerzo lo suficiente puede que logre manipular un poco las cosas. Seguramente te habrá pasado a ti alguna vez. Algunos lo llaman sueño lúcido.
Ya no hay ningún monolito, en su lugar aparece un frondoso árbol en medio del páramo helado. Sus hojas son verdes y perennes. Como si ignorasen por completo la nieve y el hielo. ¿Un árbol? ¿Tiene eso lógica? La sombra de las gafas ahora es proyectada por un edificio. En realidad siempre fue un edificio. Nunca hubo galletas, monolitos, ni árboles. El hombre que, seguramente seré yo mismo, se acerca al laboratorio abandonado en medio del ártico. Se abre una puerta…
Entonces me despierto.
Me pongo frente al ordenador y comienzo a escribir este artículo antes de que se me olviden las locuras que he soñado. Luego escribiré un relato estupendo sobre un laboratorio en el polo norte… Bien visto, eso no tiene nada de original, debe haber mil historias sobre algo así. Un árbol, bien pensado, eso sí promete. Me quedaré con el árbol.
¿Alguna vez has sacado tus ideas de tus sueños? ¿Te has lanzado a escribir sobre ello? Quizás tú prefieras los relatos sobre oreos gigantes, y puede que sea una gran historia después de todo. Pruebalo y me dices algo.
Te dejo. Voy a seguir escribiendo.
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Me ha pasado y a veces la realidad se confunde con los sueños es algo estupendo, voy a estar esperando tu historia, sobre todo quiero sabes que sucede con aquel árbol.
Saludos.
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Hola Ana Belén.
Ese es el mejor momento para sacar inspiración para la escritura.
Sobre el árbol: Prácticamente todas las entradas de consejos y mi diario de escritor la escribo a modo de historia o relato. No me gusta tratar de dar consejos al uso (tampoco sé si soy quién para darlos) así que me da por ficcionalizarlos un poco y así de paso creo el ejemplo mientras hablo de él. Supongo que es mi rasgo diferencial.
Dicho todo esto, supongo que la historia que me había inspirado el árbol, terminó siendo esta misma entrada. Pero bueno, ya que insistes algo tendremos que sacar de allí.
Te propongo algo. Crea una historia o un poema o lo que se te ocurra con la idea del árbol en el hielo, y yo lo comparto en mi blog. Yo también haré la mía y si quieres, la compartes. Llamémoslo sueños de inspiración compartida.
¿Qué te parece?
Nos leemos soñadora.
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Buena idea entonces compartiremos tu sueño! Entonces hasta cuando puedo enviarte mi escrito?
Nos leemos soñador de árboles!
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al volver a leer mi respuesta siento que está horrible jajaja.
Te conteste al apuro…
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Yo la veo perfecta.
Y no te preocupes. Tienes el tiempo que necesites para escribir algo que a ti te contente. Esto no va de correr, sino de compartir algo que valga la pena.
Muchos saludos.
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Bueno, entonces no tengo de que preocuparme jajaja.
Te avisaré cuando tenga mi escrito.
Un buen día Luis.
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Yo empecé a escribir gracias a un sueño. Soñé que escribía un libro. No soñé con el argumento, pero de no ser por ese sueño nunca hubiera descubierto lo mucho que me gusta escribir.
Gracias por este post.
Un saludo.
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Vaya. Yo hablaba de sacar la inspiración para escribir. Pero tu has sacado una vida entera con el mismo método. Y leyéndote me alegro por ese sueño, ya que ha creado a una escritora genial y tremendamente divertida.
Espero que mi blog te guste una milésima de lo que me está gustando el tuyo.
Nos leemos Henar.
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Muchas gracias por tus palabras. Viniendo de un gran escritor como tú, significan mucho. Me encanta tu blog. Creo que tus consejos son muy útiles y me vendrán bien para mejorar.
Un abrazo fuerte.
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¿Un gran escritor? Madre mía, nadie me había llamado eso. Gracias, acepto el cumplido. Pero no me adules así que me lo creo. Me alegra que te guste.
Un saludo.
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Sí, sí… Un gran escritor.
Y para que te lo creas más, te he nominado.
http://wp.me/p5tp9z-8H
Un abrazo
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Hola Henar. Te volvería a decir ¿gran escritor yo? pero me dirías nuevamente que sí. Entraríamos en un bucle infinito y yo me lo terminaría creyendo. O me terminarías diciendo «No, tú no» y me deprimiría. Muchas gracias por la nominación, me halagas nuevamente. Aunque yo siempre he preferido hacer cosas colaborativas en lugar de dar premios. No sé si te gustaría participar en un pequeño experimento. Yo te propongo un tema. Algo que te inspire, y tu escribes un pequeño relato, poema o lo qbue te apetezca. Si queda bien yo lo cuelgo en mi blog recomendando el tuyo. Y tu haces lo mismo por mí. Si te parece bien crearé una entrada retandote y cuando lo tengas, otra mostrandolo y hablando de tu blog. Ya me dirás.
Nos leemos.
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La almohada es una consejera caprichosa que puede darte ideas millonarias para después esfumarse todas en el limbo de la memoria o, ante la lógica de la vigilia, darte cuenta de que no hay por donde cogerlas si no es escribiendo surrealismo. Hace poco soñé con un chiste tan gracioso que desperté riendo a carcajadas y, desorientado, lo único que pude recordar es que «no era tan gracioso» antes de volver a dormir.
Pero al margen de su efectividad, es cierto que merece la pena tener una libreta cerca porque la inspiración tiene sus disfraces predilectos y la funda de almohada es uno de ellos. Mucha gente afirma no soñar, aunque a estas alturas imagino que todos habrán escuchado ya que soñar, soñamos, pero no recordamos. Ponerle ganas a recordar y escuchar lo que los sueños tienen que decirte ayuda mucho, y para tener sueños lúcidos también hay pequeños trucos. El más sencillo consistía en mirarse las manos a lo largo del día, de vez en cuando, y preguntarte a ti mismo «¿estoy soñando o despierto?». Y meditar la respuesta y por qué. De esta forma generamos un mecanismo de respuesta que, cuando soñamos, si nuestras manos tienen algún papel en la obra, nos planteamos automáticamente la cuestión de si estamos soñando. Y la manera de tener un sueño lúcido es saber que estamos soñando y (muy importante) saber que podemos hacer lo que queramos.
En fin, el tema de los sueños ha sido para mí no sólo fuente de inspiración para algunos relatos, sino todo un tema que me parece fascinante para escribir sobre ello 🙂 Y por cierto, que si tienes un transtorno de sueño y tomas melatonina para regular tu ciclo natural, sueles tener sueños más vívidos y llenos de contenido.
Enhorabuena por el blog, tiene muy buena pinta. ¡Un saludo!
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Gracias por tu extensa reflexión acerca del tema. Yo pienso que tenga o no sentido lo que soñemos, es labor del escritor crear algo claro con las ideas que nos hayan surgido, por difusas que sean.
Y con respecto al tema para escribir. Con tu comentario ya has dado rienda suelta a una parte de lo que podría ser un muy interesante artículo al respecto.
Un saludo y nos leemos.
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Creo que cuando se hace una actividad creativa (como escribir), esto hace que los suenos sean mas creativos, vividos y mas facilies de recordar. Yo recuerdo bien varios suenos mios, y he intentado escribir sobre algunos de ellos. No he tenido mucho exito, pero casi nunca me faltan temas para escribir.
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Totalmente de acuerdo contigo. Quizás con el tiempo que dedicamos a pensar en esa actividad creativa (novelas y relatos en mi caso) estamos alimentando a esos sueños para que nos digan cosas nuevas.
Bienvenida al blog y nos leemos.
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